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¿Por qué estudiar Letras?

Uno estudia algo como Letras por una verdadera vocación, o porque busca respuestas personales a circunstancias o inquietudes existenciales. Yo lo hice y hace unos años escribí este artículo que publiqué originalmente en Facebook, como un ejercicio personal. Hoy en día, he querido compartirlo, pues creo que tiene conceptos que pudieran servir a otros. ¡Suerte! Cuando recién comenzaba la universidad, alguien me dijo que era “un lujo” estudiar una carrera así. Algo que no comprendí sino muchos años después, y que debo confesar encuentro absolutamente cierto. Después de estudiar Letras, estudié y trabajé en muchas cosas muy distantes -en apariencia- al mundo de García Márquez, Sade o Baudelaire (algunos de mis escritores favoritos). Estoy seguro que los reclutadores de empresas verán todo lo posterior como una manera de corregir ese “pecado original”; cosa que desde el punto de vista utilitario puede que sea así, porque se debe estar claro de que si no te gusta dar clases de Literatura, Redacción o Lenguaje, las Letras no son de gran utilidad laboral. Aunque mi idea del asunto es un poco más compleja. El estudio académico de las Letras coloca al estudiante en contacto con 4 entidades básicas, que se quedan clavadas en su intelecto y sensibilidad, y que luego sirven para casi cualquier cosa en la vida profesional.

El Lenguaje

Todo es lenguaje. Todo es discurso. Desde las palabras de Chávez hasta la fórmula de la vacuna contra el cáncer de Convit, por usar dos ejemplos contemporáneos y propios. El mundo aprehende a través de los sentidos, pero se ordena y comprende a través del lenguaje. Los hombres nos movemos entre lenguajes distintos que se solapan o yuxtaponen en una realidad multidimensional. Un programador de Java que desarrolla aplicaciones móviles, un cineasta, un vendedor, un saxofonista o un cura no son sino articuladores de lenguajes específicos con gramáticas, sintaxis, valores y funcionalidades propias. De alguna manera, Letras te da la posibilidad de ver, analizar y hasta jugar con esa multiplicidad de lenguajes. Desentrañar el código y sus usos. Lo pude constatar cuando me tocó producir editoriales fotográficos para revistas de moda y ahora que me ha dado por aprender computación. Ahora que el Aleph ha llegado y se escribe con el prefijo www, estas nociones son más poderosas. El hipertexto, la asincronía, la fragmentación del texto/mensaje o la multiplicidad de voces son nociones que desde la lingüística y el análisis literario no son tan extraños ni tan ajenos. Y son parte fundamental del mundo de la Internet y las telecomunicaciones. Un solo ejemplo, sencillo y trivial: muchas veces me encuentro en Twitter reflexiones de las personas que afirman que esa herramienta asemeja un “cadáver exquisito” –técnica surrealista de escribir poemas.

La Ficción

Hace muchos años tuve un muy divertido debate con un matemático –colega de mis andanzas teatrales- sobre si las matemáticas eran la única forma de manejar conceptos abstractos. Creo que no le convencí, aunque para mí está muy claro que la ficción no es sino eso: la construcción de ideas, conceptos e imágenes abstractos e irreales desde la muy monótona linealidad de palabras, agrupadas en oraciones. Si usted es capaz de descifrar y recrear los mundos de Joyce, Balzac u Homero. Si aprende a ver más allá de la “frase bonita” de la poesía, o mejor: si Ud. Mismo es capaz de crear textos de ese nivel, seguramente será capaz de identificar al extraordinario valor de la ficción en nuestra realidad. Una poderosa arma intelectual. Si lo duda, pregúntele a un niño de 4 años por Barney, o a uno de 44 por Luke Skywalker. Estos son personajes que no sólo viven en las pantallas o afiches, sino que han moldeado la mente de millones de personas por décadas. El poder de ficcionar –si me permiten el barbarismo- es tan poderoso que está en la base de actividades como la publicidad, la preparación de proyectos de desarrollo y hasta la política. Lean la exposición de motivos de cualquier ley y entenderán lo que les digo. La Ficción libera, inspira, moldea… a la final, la ficción son ideas verisímiles de un mundo que nunca será, porque ya es dentro de la misma ficción. Nosotros nos dejamos bañar por ella. Hay quienes siguiendo una ficción se compran una moto que vale más que un apartamento, o consiguen la muerte tras tomarse dos Viagras para satisfacer a una chica 20 años menor.

Trabajo duro

Esto es simple. Se vive desde la semana número 1 de la carrera, cuando le dicen a los alumnos que deben leerse “La Iliada” y “La Odisea” en 4 semanas, para luego presentar un examen de control de lectura y análisis. A mi casi me dio un colapso nervioso, sobre todo porque había otros 6 profesores exigiendo hazañas de similar magnitud en otras materias. Hay carreras en las que por leer lo que se lee en cinco años de Letras, te darían el PhD, además del titulo de Licenciado. Pregúntenle a un ingeniero o a un comunicador social. La disciplina que se adquiere leyendo trasciende los estudios. Quizás nos haga más pasivos pasivos que la media de la población, pues leer no es físicamente demandante. Se lee acostados, sentados, en el baño. Probablemente también nos vuelva más ensimismados: podemos leer en el metro a hora pico o mientras otros ven tele, aunque en mi caso creo que la lectura es la principal responsable de mi noctambulismo crónico. La noche es perfecta para leer por el silencio, la oscuridad y la libertad que nos brinda. Ayuda a aislarnos del mundo para zambullirnos en la ficción y contribuye a la introspección, que obligatoriamente acompaña la lectura de esos textos maravillosos. Pero definitivamente, tras entender que había un señor muy viejo que decidió lanzarse a conquistar molinos; no hay hazaña épica, o libro muy largo, o estudio muy denso que un Licenciado en Letras no esté dispuesto a afrontar.

Conocimiento de lo humano

La lectura, el cine y los viajes son ventanas a “lo humano”; ayudan a conocer el mundo “desde los zapatos del otro”. Aunque si no nos imbuimos en ellos el efecto es residual. Siempre daba este consejo a los viajeros: “no te tomes muchas fotos, tómate muchas cervezas en un bar local. No te preocupes por conocer muchos sitios, sino a mucha gente”. Las experiencias son insustituibles en el proceso de conocerse uno y conocer al otro. Pero la lectura y el cine replican esas experiencias como si estuviésemos en un laboratorio; mientras que los viajes las aceleran. Y ahora que hablamos de acelerar, más lo hace la escritura. Repasar 25 siglos de historia en 5 años, o adentrarse en los conflictos y vivencias de seres como Castel de “El Túnel”, Raskolnikov de “Crimen y Castigo” o de Estragón en “Esperando a Godot”, tiene que dejar alguna huella… alguna ganancia. Yo he conocido a gente bien variopinta en su formación, profesión y actitudes. Gente buena, gente mala, gente buena que podía ser mala o viceversa. De alguna manera, entenderlos y descifrarlos me ha sido posible por ese “equipaje” de lecturas que desde la trastienda me va enviando señales. Eso ayuda, pues a la final, casi siempre podemos estar seguros que nos tocará trabajar con gente. Sean jefes, iguales o subalternos; clientes o accionistas; gerentes o funcionarios. Las empresas, fundaciones y gobiernos están llenas de gente como el Lazarillo de Tormes, o como el viejo Scrooge o como Henry IV. En la intersección de estos 4 planos es que valoro el aporte de mi universidad y profesores, la ganancia de mi elección, el consuelo de mi inusualidad (¿esa palabra existe?). Y la verdad es que no sé ni para qué escribí esto, pero espero que a alguien ayude… como me ha ayudado a mi en esta «crisis de los 40s» a entenderme mejor.
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